Tener una hermana adicta es muy duro, pero Familias Anónimas me ha ayudado a aprender muchas formas de controlar mis sentimientos hacia ella.
Antes de Familias Anónimas hacía cualquier cosa para ser amiga de mi hermana. Yo creía que la estaba ayudando guardando secretos y mintiendo. Entonces no podía ver lo que estaba haciendo, pero ahora sé que en realidad estaba perjudicándola.
Durante mi corta permanencia en Familias Anónimas he aprendido a no ser el "mensajero" entre mis padres y mi hermana. Ahora, no intervengo y dejo que se enfrenten entre sí. No siempre hacen lo que yo creo que deberían, pero sé que no puedo ordenar sus actos, ni amortiguar sus sentimientos, ni decirles lo que han de decir. Cuando me resulta demasiado doloroso presenciar sus errores, desaparezco de escena, me desprendo y rezo para que se libren de estas experiencias horrorosas de una u otra forma.
Fue en una reunión de Familias Anónimas donde encontré la fuerza para hacer esto. Otro compañero dijo: "Por fin he aprendido que no puedo llevarme el dolor de otra persona".